El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no Lc 18, 9-14
Estoy sentado aquí y ni siquiera sé si tengo valor para rezarte. Me siento como un mendigo maloliente llamando a tu puerta. Te llamo, con la esperanza de que tu amor me acoja, me cure, me libere y me haga sentir de nuevo como un hijo amado.
Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido Lc 15, 1-3. 11-32
Padre de los extraviados, de los que se enredaron en alegrías fáciles, de los que derrocharon tus dones, de los que desfiguraron tu imagen, de los que, aunque con miedo, quieren volver, acógenos de nuevo. Espéranos con los brazos abiertos. Ábrenos de nuevo las puertas de tu casa y de tu corazón para que recuperemos la alegría y la dignidad, para que nos sintamos, una vez más, hijos amados.
Sed perfectos como vuestro Padre celestial Mt 5, 43-48
Dios maravilloso, Tú me llamas a hacer lo imposible: amar a los enemigos, desafiar la injusticia, compartir con los pobres… Me llamas a tu perfección. Y me das lo que no esperaba: amor abundante, la amistad de Cristo, la fuerza creadora de tu Espíritu. Y así, en tu bendición, lo imposible se vuelve posible.
No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan Lc 5, 27-32
Jesús, en este camino de Cuaresma, el paso más importante lo has dado Tú, que te has acercado a mí. Que me desafías a dejar atrás mis preocupaciones y mi cómoda mediocridad. Que me invitas a seguirte. Gracias, Jesús, por ver en mí a alguien capaz de un futuro mejor y más grande.
Hoy como es sábado, y supongo que tendrás un poquito más de tiempo, te traigo un video con la reflexión a este Evangelio del pastor Rubén de la IEE en Málaga.
Mi búsqueda de Cristo consistirá en buscar y redescubrir cada uno de los fragmentos o estremecimientos de humanidad en el Evangelio devolviendo al corazón todos los temblores de lo humano que surgen de la aventura y de las palabras de Jesús: las relaciones con los niños, con las mujeres, con los amigos; con el sol y el viento; con las aves y las flores; con el pan y el vino; con la luz, con el Padre.
Le dio lastima de ellos, porque andaban como ovejas que no tiene pastor Mc 6, 30-34
Cada vez menos se llama a un hombre por su nombre propio; cada vez menos será tratado como persona este ser único en el mundo, que tiene un corazón, sus sufrimientos propios, sus problemas, sus alegrías y una familia que no es la de los demás. Jesús os pide amar a algunos hombres desgraciados, a algunos pobres, a algunos enfermos, amarlos con amistad, tiernamente, como personas y no como casos que solventar. Creo que mi corazón está con cada uno de esos pobres. pequeños o grandes, y que cada uno es amado por Dios como un amigo íntimo y único, y que Dios no mira nunca a los hombres de una «manera general». Me gustaría tener tantos corazones como hombres hay sobre la tierra, y yo creo que este es el misterio de la Caridad divina. No hay hombres «en general», Dios no sabe qué es el «hombre en general». Para él hay solo personas vivas y amadas y a quienes él llama por su propio nombre. Este es un gran misterio, pero el único que me alivia y me impide adentrarme en la desesperanza.
René Voillaume, 1905-2003
El pasado 2 de febrero concluía el canto de la antífona Alma Redentoris Mater. Hasta la Vigilia Pascual disfrutaremos de la bella Ave Regina Caelorum en nuestra particular «sabatina». Se desconoce el origen de esta oración que ya aparece en un manuscrito del siglo XII:
Salve, Reina de los cielos y Señora de los Ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros.