
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios para anunciar la Promesa de vida que está en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido. Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús Señor nuestro. Doy gracias a Dios, a quien, como mis antepasados, rindo culto con una conciencia pura, cuando continuamente, noche y día, me acuerdo de ti en mis oraciones. Tengo vivos deseos de verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de alegría. Pues evoco el recuerdo de la fe sincera que tú tienes, fe que arraigó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y sé que también ha arraigado en ti. Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza. No te avergüences, pues, ni del testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero; sino, al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios
2 Tim 1, 1-8
Pablo, siervo de Dios, apóstol de Jesucristo para llevar a los escogidos de Dios a la fe y al pleno conocimiento de la verdad que es conforme a la piedad, con la esperanza de vida eterna, prometida desde toda la eternidad por Dios que no miente, y que en el tiempo oportuno ha manifestado su Palabra por la predicación a mí encomendada según el mandato de Dios nuestro Salvador, a Tito, verdadero hijo según la fe común. Gracia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Salvador. El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené
Tit 1, 1-5
La lámpara se tare para ponerla en el candelero. La medida que uséis la usarán con vosotros
Mc 4, 21-25
En la Iglesia hay gente dispuesta a hacer cualquier heroísmo por Cristo. Pero no por eso se puede decir que esa gente sigue a Jesús. Y es que, a veces, el entusiasmo religioso, la generosidad, el fervor y hasta la piedad pueden ser cosas mal orientadas, incluso profundamente desorientadas. El camino de Jesús, tal como se nos traza en el evangelio, es muy concreto y preciso: se trata del camino que lleva al compromiso por los demás, el servicio humilde al hombre, sobre todo al desgraciado, el insignificante, el marginado y el oprimido. Sólo cuando la vida de una persona se orienta en esta dirección es posible el seguimiento de Jesús.