
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere
Jn 5, 17-30
Quiero alabarte, Señor Dios,
por todo lo que puedo hacer
pese a que no lo consigo.
Quiero darte las gracias por lo que ya soy
y por lo que aún no soy,
por lo que va bien
y lo que deja que desear.
Quiero cantarte por los momentos de alegría
y por los tiempos de lágrimas.
Porque, siempre y en todo,
no te olvidas de mí.
Porque, cerca o lejos,
Tú me lo recuerdas,
Tú me llevas siempre en tu corazón.